Dicen que cuando te vas de un sitio tienes la sensación falsa de dejarlo todo atrás, pero que las cargas que más pesan no levantan un gramo en las básculas de los aeropuertos. Dicen que te las llevas sin pagar su peso pero que han de pagarse de otra peor manera.
No siento un peso, me siento tan afortunada y feliz de lo que el azar un día me regaló que llevo conmigo un libro de momentos al que se le van cayendo las hojas para recordarme durante el camino que en la última parada cada segundo mereció la pena.
La sensación de que existes me hará feliz cuando no te esté viendo.
La certeza, ésa falsa, se disuelve en el calor de la batalla del presente. No importa ahora, porque estamos juntos, y cuando no lo estemos ya no importará. La certeza de estar juntos, no nos la creemos; pero cuando esté lejos, si sigo sintiendo lo que estoy sintiendo ahora, entonces sí que no quiero saber lo que pasará, porque podría ir a cualquier sitio, hacer lo que fuera, contigo.
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