Nunca había estado en esta situación: vivir la distancia de alguien amado.
Una prueba dura, pero interesante.
Gracias por la experiencia, realmente he aprendido mucho de mí.
Al principio fue la añoranza del calor corporal, físico, sexual.
El vacío de la cama, el hueco de mi mano sin tu mano... y mirar a tu alma desde mi alma con nuestros ojos.
Cuando en la piel sólo quedó el recuerdo de la otra piel, permaneció el poso del sentimiento, que en vez de menguar, creció. Cada día pensando en ti, pero sin perder mi propio camino.
Y sin dejar que la tristeza me minara, conseguí alentar mi voluntad para instaurar en mi vida rutinas de crecimiento: la lectura, mi tabla de ejercicios, Nicaragua y el viaje, empezar el día comiendo una manzana... y algunas más... y otras en las que flojeó la voluntad, como el inglés, salir a correr...
Aún así he disfrutado mucho de mi compañía (como siempre procuro hacer). Aunque sé que a tu vera me siento catalizado, con energías renovadas, más joven y fuerte...
Me deleito con mi individualidad, pero tú le das colores nuevos a mi vida.
Y tras esto, muchos días y noches, pasar por tristezas y celos, esperanzas e ilusiones, planes y planificaciones, puedo decir:
Prueba superada.
Un nuevo Alberto espera a la nueva Laura... aunque mi amor permanece intacto.
Ahora nuestra relación será un poco más fuerte.
Y como nos dijimos ayer... hasta mañana.
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